jueves, 4 de diciembre de 2008

El sol sale para todos





El sol sale para todos.


Cuando se dice que el sol sale para todos no cabe duda
que nos encontramos frente a la más pura de las verdades.
Sale para el hombre que labra la tierra luchando contra las inclemencias
del tiempo, pero que ve luego el resultado de sus afanes.
Para la madre que trabaja desde antes de salir el sol hasta que
oscurece, desempeñando al mismo tiempo mil oficios.
Para el padre que consciente de su responsabilidad lucha para hacer milagros con
su escaso salario.
Para el hombre de negocios que quiere aumentar su fortuna.
Para el que marca un horario en su oficina y espera ansioso el 15 y último.
Para el niño que despierta ajeno a los problemas de cada día.
Para el joven que estudia y sueña con un hermoso mañana.
Para la joven que sentada en su balcón espera la llegada de su príncipe azul.
Para el anciano que pierde su mirada en el Horizonte, recordando tiempos idos
y viviendo con valentía el presente.
Para el poeta que hilvana recuerdos y borda historias con hilos dorados.
Pero también sale para el mendigo que duerme en un rincón de una calle y tiene
por cama un cartón y por cobija el cielo algunas veces estrellado y otros pintado de nubarrones y que ya no tiene sueños porque se los han robado, pero al amanecer su cuerpo se calienta con los primeros rayos,
y esto le da fuerza para tender de nuevo su mano.
Para el enfermo que se desvela porque el dolor no lo deja conciliar el sueño, pero en la mañana, al abrir la ventana
siente que el sol le trae un aliento de vida y eleva una plegaria llena de fé y de confianza.
Sale para el que encerrado paga su condena, y sus días se hacen largos y sus noches eternas,
pero se despierta en la mañana, cuando por las rejas se asoman sus primeros rayos, trayendo una esperanza.
No hay duda, el sol sale para todos como señal de vida, como antorcha que ilumina nuestros
pasos, como portador de fe, como símbolo de unión entre los hombres, porque no hay ninguna razón para no recibir su luz y su calor, al fín todos tenemos el mismo derecho.

Nelly Guerrero