miércoles, 7 de agosto de 2013

Explícame por qué duele tanto...

Fui tonta. Fui tonta por pensar que llegaste a quererme. Pensé que había algo entre nosotros, algo mágico. Creía que nuestra historia sería infinita, como muchos dicen. "Infinito", para mí sólo era una palabra, hasta que llegaste tú... Entonces todo cambió. Cuando te vi, con esos preciosos ojos claros, ese pelo rubio despeinado, como si se acabara de despertar, esos labios carnosos, esas mejillas sonrosadas y esa mirada desafiante, supe que nosotros tendríamos una historia. Y no tardó en llegar, a los pocos meses de conocernos, ahí estabas tú, besando mis labios. Yo era el polo opuesto a ti. Tenía los ojos oscuros, el pelo castaño bien peinado, los labios finos, las mejillas apenas tenían color, y mi mirada era dulce y tímida. Nuestra historia fue como un cuento de hadas. Tú eras el príncipe que rescataba a la princesa. Vivimos 9 meses llenos de pasión. Yo tenía apenas quince años, y tú estabas por cumplir los diecisiete. Y, por esos años de diferencia, acabé así. Ilusionada y rota por dentro. Tú llevabas la iniciativa de la relación, yo era la inexperta que se dejaba llevar. Pero, a pesar de eso, jamás te criticaré. Porque, ¿por qué criticar lo que un día me hizo feliz?