lunes, 28 de abril de 2008

Nuestro huerto



Gamas de colores naturales dentro de la canasta en que has puesto las frutas, vegetales, lechugas, espinacas y berros. Nuestro huerto está colmado de plantas y arbustos, de flores bellas y granos de trigo dorados que mañana se han de cosechar. Es el tiempo de recoger lo que esté listo, de llenar las reservas que sostienen nuestro invierno.

Deja a un lado esos tomates y ven junto a mí, vamos a recordar lo que era esta tierra antes de las esperanzas y semillas que pusimos en ella. Hoy ya no son simples pastos, tu mano, mi mano se hacen presentes en cada fruto que desprendes de su planta.

Aquí crecieron los proyectos, nuestros hijos y el amor que nos une tras cientos de atardeceres. Cada noche que refresca pone más coloradas las manzanas que después en nuestra mesa saben a dulce tarta.

Es un regalo contemplar esta tierra y besar los pequeños zurcos junto a tus ojos, esos que me dicen que hemos envejecido juntos, que nos sorprenden los amaneceres despegando los párpados que necesitan más descanso y que al abrirlos no te has ido, que me acompañas sabiendo que sin tí no podría vivir.

He viajado tu piel de norte a sur como dice aquella canción y ahora me escuchas mirando cómo se oculta el sol en el oeste. Equilibrio de puntos cardinales donde indiscutiblemente tengo la fortuna de encontrarte, destacando entre las flores que delicadamente cuidas y el extenso campo que se nos pierde a pie de la montaña.
No insistas colocando más cosas en tu canasta, ven conmigo y dime que soy todo esto también para tí.

Tere García Ahued