domingo, 18 de mayo de 2008

La Cosecha.











A comienzos de abril cosechamos las plantas medicinales y aromáticas.
Las niñas cortaron los gajos de romero y los niños hicieron lo propio con la menta y el tomillo.

Luego en horas de recreo acompañé a tres niñas para que realizaran la oferta y venta correspondiente en los puestos de hierbas de la Plaza de Mercado.

Ya el año anterior habían visitado a las abuelas que se dedican a vender la manzanilla, la sábila, el toronjil, la caléndula y muchas otras plantas que tren los campesinos desde las laderas de las montañas. Otras llegan de los climas templado y cálido. Y por eso en estos puestos emblemáticos de la medicina popular, es posible encontrar desde el árnica hasta el poleo, pasando por los nuevos descubrimientos de la botánica.

Había ilusión en el grupo de estudiantes de cuarto y quinto. El romero fue generoso en su crecimiento y Carolina, Yésica y Diana habían liado en fardos que medían en el espacio de sus manos en círculo las olorosas hierbas. Muchos atados salieron y por lo tanto se podría conseguir algún dinero importante para reinvertirlo en el proyecto productivo.

Pero no fue así. Ya algunas personas se nos habían adelantado y las abuelas comparadoras y vendedoras de las plantas medicinales tenían colmados sus estantes de romero y tomillo. La menta es escasa en estas tierras y poco apetecida.

De tal forma que fue muy poco lo que se recibió por la venta de las hierbas.

Otros fardos fueron regalados a profesores y compañeros de la escuela.

Una enseñanza: No siempre se gana.

Y alguien dijo: sucede como con nuestros papás que bajan al pueblo a vender los productos que siembran con mucho esfuerzo y los precios están por el suelo.

Y otro niño complementó: por eso los campesinos estamos mal. Tal vez el estudio nos sirva para salir de esta situación terrible.