viernes, 16 de julio de 2010

"Héroe" Capitulo 3

El Héroe

Bajaron precipitadamente por la pendiente, la fuerza de gravedad los hacía tomar velocidad y a ratos parecía que volaban por los aires. Wilson fue el primero en tocar la fina arena dorada de aquella playa mágica, corrió con los brazos abiertos gritando ¡eregela! ¡eregela!, hasta abrazarse al cuello del líder de la manada.
Ximena se sintió extenuada, el corazón agitado y un rubor en las mejillas, que hacía mucho tiempo que no sentía, de pronto sintió la debilidad producto de la jornada, pero no quiso quedar atrás, como muchas experiencias que había sentido ese día, su cuerpo le exigía llevar al limite sus fuerzas olvidar la pesada carga de su salud y vislumbrar otro momento nuevo, aunque fuera un instante pensó que valía la pena el esfuerzo y descubrir ese mundo bello que ahora no solo sentía palpitar si no que lo veía vivir en colores plenos y hermosos paisajes.
Pero no fue suficiente su deseo, logro llegar hasta la arena de la playa y sintió como la luna, las estrellas y todo lo que la rodeaba giraba velozmente y en un segundo todo fue borroso, los sonidos fueron lejanos y su cuerpo se debilito, sus rodillas se doblaron y se dejo caer sobre la arena dorada.
No supo cuanto tiempo paso cuando sus sentidos volvían lentamente a sus cabales y sus ojos se atrevían a ver nuevamente…
¿Cómo te sientes niña? – le pregunto una voz dulce y amorosa-
La niña abrió sus ojos y ante su asombro, vio que la dulce voz provenía de una elefante marino, su cuerpo se balanceaba cuidadosamente aun costado y sus grandes ojos negros la miraban fijamente, su piel resplandecía bajo la luz de la luna, dándole un bello matiz entre dorado y plata, era una hermosa elefante marino,
Debo estar soñando – dijo la niña-
me acabas de hablar – prosiguió anonadada –
Yo soy Sayu, matriarca de la manada y no tienes de que preocuparte, soñar no es malo y no le hace daño a nadie – le decía mientras le regalaba una amplia sonrisa, que se esculpía bajo sus bigotes negros –
Sayu que me ha ocurrido, ¿Me he desmayado?, ¿Dónde estoy?
Tranquilízate, no hay nada que temer, ten un poco de confianza y tus fuerzas volverán a ser las de antes, ven Ximena apoya tu cabeza en mi lomo y descansa, Wilson volverá en un instante.
¿Dónde fue Wilson? – pregunto ella atemorizada al percatarse de la ausencia del muchacho –
El está en el rincón de los tesoros, buscando algunas cosas que necesitas, para estar más cómoda y puedas descansar durante la noche.
Sin saber cómo, Wilson apareció a su lado.
Princesa, ¿Se siente mejor?

Tome le he traído esto para que se pueda abrigar y un poco de leche para beber, además tengo unas frutas y un trozo de pan, para que comamos algo. – le decía mientras la cubría con una manta y le daba de beber –

La noche había avanzado la luna lentamente se acercaba al horizonte y el cielo tomaba un tono más claro, Ximena volvió a dormir por unos minutos, Wilson se queda a su lado, cada cierto tiempo le acomodaba la manta y le acariciaba el cabello, para hacerla sentir más cómoda y segura.
Ximena se volvió a despertar, Sayu dormía plácidamente brindándole una cómoda y cálida almohada.
En la orilla Wilson y Eregela jugaban con la arena y las olas que rompían en la costa en un blanco fluorescente.
Los amigos se percataron de la presencia de la niña, Wilson volteo a mirarla y le sonrió.
Princesa, venga a jugar con nosotros – mientras la invitaba a unirse con ellos –
Ximena se les unió y los tres jugaron con las olas y la arena dorada, el resto de la manada los animaba de vez en vez con estruendosos silbidos y gritos.
Ven princesa, vamos mostrarte el rincón de los tesoros, sígueme – le indicaba el líder de la manada mientras se sumergía entre las aguas que estaban cerca de las rocas –
Wilson la animo a ir, ella tuvo un poco de inseguridad, el agua estaba algo fría y no sabía nadar muy bien y sobre todo no tenia mas ropa que ponerse, pero el niño insistía.
No temas princesa, nada pasara y le aseguro que no habrá gota de agua que se atreva a tocarla. No dudo mas y se abalanzo a las agua. No sintió el agua, por el contrario una sensación extraña, como de chocar con una pared de esponja que aunque se resistía a ser traspasada, cedía lentamente al peso de su cuerpo.
El otro lado era como un gran bóveda de granito esculpida en forma natural en algún lugar o en otro mundo, la bóveda era iluminada por una suave y potente luz turquesa, que debía provenir de algún lado, metros mas allá un pequeño lago ovalado, de tibias y transparentes aguas, pequeñas mariposas casi trasparentes volaban a su alrededor y de cuyas alas se desprendía una tenue y suave luz fucsia, las paredes aunque eran de granito tenían un bello tono amarillo y naranja con pequeñas piedras que resplandecían bajo la luz que se reflejaba en ellas, en el centro del lago una piedra rectangular que emergía de las profundidades y sobre ella una roca ovalada levitaba a unos pocos centímetros.
Es un lugar bellísimo, Wilson, ¿Dónde estamos? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Este es el rincón de los tesoros, aquí guardo mis alimentos, duran más y el tiempo parece no pasar.
Mira la Diorita, la piedra original, la generadora de vida, de ella es todo lo creado y ella es creadora de todo, es nuestro gran secreto y ahora tú compartes con nosotros ese secreto.
Ximena estaba feliz no había manera de describir tanto colorido belleza, armonía y paz, recordó que alguna vez leyó que la naturaleza era una obra de arte, si eso fuera así este lugar seria su obra maestra, el solo estar ahí le generaba mucha alegría, ahora comprendía porque aquel muchacho andaba por la playa sin temor, sin preocuparse por lo que dirán los demás, seguía su juego su imaginación, tenía un sueño mas allá de cualquier entendimiento, proteger al mundo de la absurda y cruel realidad.

Princesa debe descansar, ya amanecerá y debe emprender el regreso a su mundo, sus padres estarán preocupados por usted.
Wilson, quiero quedarme aquí, no quiero volver nunca más, quiero vivir aquí – le gritaba a Wilson, entre sus risas y los giros que realizaba admirando el lugar –
No se preocupe majestad, usted nunca se irá de aquí, cuando se sienta sola y apenada cuando quiera ayuda en su lucha con los samurag, podrá venir aquí, nosotros siempre estaremos para asistirla y acompañarla.
Venga majestad debe descansar, para continuar su jornada – le decía mientras extendía la manta en la tibia arena –
Ximena se recostó y le pidió a Wilson que se pusiera a su lado, la manada se les acerco y los cobijo dándole tibieza y protección, hasta que llegara la mañana.
¡Ximena! ¡Ximena!, se escuchaban los gritos de la mujer al otro lado de las rocas.
La niña fue despertando lentamente, hasta percatarse de los gritos de su madre desde el lado norte de la playa, el sol brillaba tímidamente sobre la pequeña cordillera que rodeaba la bahía, era de mañana, Ximena se incorpora sorprendida, no estaba segura de lo que había pasado, la tormenta, los sumarag, Sayu, Eregela y Wilson, ¿Dónde estaba él?, ¿fue realidad o solo un sueño?
¡Ximena! ¡Ximena!, volvió a escuchar los gritos.
Mamá, aquí, estoy por aquí, ya voy. Se incorpora con agilidad y con envidiable equilibrio escalo el pequeño muro de rocas, hasta llegar al otro lado, su madre al verla corrió hasta ella, la beso y abrazo una y otra vez, para comprobar que su hija estaba bien, reparo en lo feliz que se veía una alegría que le llegaba directo al corazón, se veía saludable como nunca la había visto en los últimos años, hija, hija, repetía una y otra vez.
Gracias mamá, millones de gracias mamita.
Por qué mi amor?, yo tengo que agradecer que estés viva.
No mamá yo tengo que agradecer que me hayas traído a este bello lugar.
Ximena termino de hablar con su madre y giro lentamente, con sus grandes ojos, escudriño cada rincón del costado sur de la playa, fijo su vista entre la silueta del peñón y la pendiente que mostraba el camino al pueblo. Ahí lo vio, por primera vez lo vio, con su arma electromagnética a la espalda, su casaca de guerrero estelar y su morral de tesoros.
Avanzo un par de pasos y grito ¡Cuídate mucho! ¡Cuídate mucho!
El niño se volvió a mirarla hizo una reverencia con su cabeza y se despido con una sonrisa en los labios y un gesto de su mano.
Ximena ¿Quién es ese niño? ¿El es Wilson?
No mamá, el no es un niño, el es mi héroe…