Un hombre contaba a sus amigos,
su afición secreta por los oleos,
lienzos y pinturas
y mostraba orgulloso,
su obra principal, que llamaba
“El sepulcro de Marco Antonio”
Sus amigos anonadados,
tuvieron tímida expresión,
titubeante felicitación
extraño hobby del anfitrión.
Pasado el tiempo,
el hombre los convoco.
Buenas noticias les traía
su óleo ya estaba en una galería.
Jubilosa respuesta,
felicitaciones iban
elogios venían,
orgullo colectivo de sus amigos,
ante un pintor consumado.
Que manera tan trivial
de reconocer el trabajo de otro,
cuando alabamos jubilosos el resultado
y negamos el valor de lo transitado.
Siempre habrá muchos, dispuestos a juzgar
nuestro pasado,
solo verán lo obrado.
Eventos vinculados a un resultado,
nadie repara en el merito,
de actuar en el ahora
sin la certeza del resultado.
