viernes, 15 de agosto de 2008

La tragedia tiene la culpa



Sin querer nos hacemos dioses con minúsculas en nuestra vida, y en ocasiones entramos en competencia con ellos, porque nos gusta que nos tengan bien puestos, que nos consideren, que nos alaben o festejen. En la práctica nos gustaría hechizar más que ser hechizados. Y que los detractores o críticos se encontraran siempre con un gran candado en sus puertas que les impidiera salir de sus casas y por supuesto entrar en las nuestras. ¿Es que no aceptamos las críticas ajenas? ¿Es más bien que nos gustan que reconozcan nuestro quehacer y trabajo?

De todas formas la tragedia es la culpa de todo, y cada día una tragedia nueva asola nuestro mundo. Antesdeayer fue la de Irak y ha seguido sin parar la de Sudán. Ayer, fue la de Georgiay mañana no sabemos bien a qué pueblo le tocará. Ayer fue la del profesor herido por defender a una mujer maltratada, hoy está por ver. Ayer fue la del amigo que ha perdido el sentido de lo que hace cada día y, en general, no sabemos cual será mañana. Pero en las manos de cada uno está evitar que algo de tragedia ocurra a nuestro alrededor y que si alguien está muriendo lo sepamos. Aunque sea en verano. Aunque los telediarios nos recuerden todos los días, también en época de descanso, noticias trágicas. No, no es pesimismo ni decadencia. Es una llamada interior que me hago a estar alerta. Para que la serenidad personal del verano la traspasemos a las jornadas laborales próximas.