viernes, 7 de septiembre de 2012

“El Fantasma de Isadora” (La Partida)



La partida



Sosegado el frenesí de estar junto a su cuerpo, extraviado en su mirada,
su figura tomaba forma, ardía el corazón, ardía el alma.
Yacíamos sobre cojines y bruñida alfombra,
descifrábamos los misterios, del amor y de los miedos,
mis manos de vil mortal, acariciaban su cuerpo,
su roja cabellera sobre mi pecho,
atesorado ese momento lo guardo bajo un fanal.

Respirar carece de sentido, el aire es un bien innecesario,
la justa fortuna ha dado un vuelco a mi vida,
el infierno de mi cuarto, se ha vuelto su santuario.
Ha muerto el miserable, execrado por Cupido,
afortunado he nacido, sus manos sobre mi piel,
han obrado este milagro.
"ya no hay nada que temer, ni al recuerdo inquisidor,
ni lo que tiene que venir, he llegado a tu lado,
 a brindar por el pasado,
bebe de mis labios, el sabor de las tinieblas,
soy tu cáliz, soy tu vida, solo yo y nadie más."



Cumplida profecía, que has hecho de mi andar,
angelical tu figura, Mefistófeles tu creador,
no me dejes aquí en penuria,
en esta playa desolada, que sea vuelto mi transitar.
Quedare aquí en penumbras, en este lúgubre existir
¿Algún día podre hallar la pócima para este mal?
Bajo una luna renegada, lloro triste en soledad.

Se corre el visillo de la vida, ya no hay pecado que esconder,
ebrio de desdicha, sin Dios en que creer,
clamo desde mi perturbada conciencia, que alivies mi pesar,
no me quites mis miedos, si en tus senos no he de estar.
Isadora, tú que fuiste la mas radiante,
criatura encantadora, la virgen de los querubines
la sin par, la más amada, hoy has venido ante mi
y te alejas sin razón, ya no quiero proseguir la agonía de vivir...


Las estrellas se opacan, en la luz de la mañana,
es la hora que vuelvas a tu universo inmaterial,
la hermandad de la serpiente, la condena cumplirá.
Te vas indigna amante, con tu estela de falsedad,
que no quede en mi memoria una breve señal,
de que un una noche de frio invierno,
llegaste a mi portal, vuelve pronto a tu calvario,
de mi no temas daño, quedo aquí en soledad.
Con un beso sellamos tan sufrida despedida,
mientras Isadora de mi se aleja, sin decir nada más.

Me sorprende la mañana, agónico, sudoroso, ebrio de dolor,
sobre la chimenea, que lentamente se mitiga,
su retrato me observaba, silenciosa invulnerable,
impenetrable su mirada descifraba mi sufrir.
Para mí solo era un oleo de temor,
un demonio en acuarela, que toma vida en mi delirio.
La luz de un farol trasnochado, baña su retrato,
en las horas postreras, de esta madrugada invernal,
frío viento polar,
cruel amigo te has vuelto, tu tétrico chiflar,
repite sin cejar.
¡Isadora  ya sea ido, otra noche volverá!