lunes, 6 de octubre de 2008

Nuestras flores







El comienzo fue una convocatoria del comité ambiental de la Normal Superior. Se trataba de adecuar el aula a la temática ambiental. La decoración debía incluir motivos referentes a la necesidad de preservar nuestros recursos, un calendario orientado a este propósito, un mensaje y era condición tener una planta en el salón.

Como casi todas las actividades y convocatorias las asumimos colectivamente o las procesamos como un concurso al interior de nuestro grupo.

Así, nos propusimos traer cada uno una planta ornamental. La más bonita y la mejor cuidada. El tiempo era poco pero había la necesidad de cumplir.

Cada niño y niña trajo su “matica” y entonces en nuestra aula eran nueva posibilidades de color y vida.

Dos veces a la semana, a veces tres, las regamos y permitimos que el sol caiga generoso sobre los follajes verdes y las flores de variados colores.

Un día en ese recorrido del salón al patio de recreo, la matica de Enrique perdió unos gajos y entonces los deposité en una materita improvisada que reclamaba de tiempo atrás una planta.

-Vamos a ver qué mano tiene el profe- dijeron algunos estudiantes.
-Si tiene buena mano, la matica le prende, si no, se le seca-
-Ojalá que le prenda-
-Ya veremos-

Y pasaron los días y en el salón contamos con diez maticas, las de los estudiantes y la del profe.

-Es la más pequeña, pero está bonita- Y cuando alguien me reemplaza en la tarea de sacarla al patio para el riego, entonces, el hecho se convierte en motivo de comentarios jocosos y graciosos.

-Ah, ya casi nos alcanza a las de nosotros-
-Y nosotros que creíamos que no le iba a prender-

Y entre comentario y risas dejamos las maticas en el patio y nos disponemos a trabajar en el proyecto respectivo que nos señala el Encontrémonos.

Y nuestro salón se ha convertido en un jardín medio del cual transcurren nuestros días acercándonos y construyendo conocimiento.

Lecciones Aprendidas CPE


Durante los días 26 y 27 de agosto de 2008, se desarrolló en Cúcuta el Segundo Encuentro Departamental Norte de Santander “Lecciones Aprendidas Computadores Para Educar (Región Nororiente).

Dirigido a directores, coordinadores y docentes de instituciones educativas oficiales de las áreas rurales y cabeceras municipales, investigadores y estudiantes de Escuelas Normales y Facultades de Educación, así como profesores universitarios, que se han aventurado a trabajar, desde la reflexión, en torno a cómo las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC) han introducido una revolución en la enseñanza y el aprendizaje.

Los organizadores se propusieron abrir un espacio para el encuentro, con tres intenciones: conocer lo que ha ganado el proceso CPE, tanto en logros institucionales como en realizaciones comunes de la RED (lo cual alimenta permanentemente la reflexión de los actores implicados en procesos educativos de calidad); favorecer acuerdos que permitan no sólo el fomento, sino el fortalecimiento de los trabajos de cada una de las instituciones y personas preocupadas por la educación de los niños y jóvenes colombianos del sector rural; y, por último ganar en la consolidación de esta gran familia que es la RED de conocimiento CPE Región Nororiental UNAB.

De los mayores




Hace pocos días se celebró el día internacional de los mayores. En muchísimos sitios se celebraron numerosos actos festivos con participación de los mismos. Declaraciones y testimonios de muchos de ellos tonificaban el espíritu personal, descubriendo cómo vivían con ánimo y buen ritmo los años de su vida. No importaba fueran setenta u ochenta. Caminaban, viajaban, salían con los amigos, manejaban las nuevas tecnologías. Nunca será poco, nunca suficiente lo que colaboremos para que los mayores sean felices y estén ocupados una vez acabado su ritmo normal de trabajo. Su aportación a la sociedad sigue siendo actualizada. De unas u otras maneras.

Recuerdo cuando mi madre fue decayendo en sus fuerzas, y al abrir la puerta de su casa me encontraba con su mirada triste, hablando con voz más lenta, contándonos como no tenía las mismas fuerzas que antes, compartiendo sus días no tan buenos, observando su caminar más lento. Uno miraba ese proceso con la mirada triste, procurando que las lágrimas no salieran delante de ella, intentando animarla y hacerle disfrutar el rato que estábamos juntos, forzándome por tanto en mi interior a pasar por su casa con más frecuencia.

Hoy cuando toco a su puerta ya no me abre, y cuando abro la puerta ya no la encuentro, pero revivo todo el amor que recibí de ella, y los mil y un sacrificios que, junto con mi padre, hicieron por sacarnos adelante. Hoy nos toca a sus hijos no alimentar el llanto de lo sufrido, sino alimentar el alma de los hijos y seguir sirviendo la taza de leche caliente con el quehacer diario y el esfuerzo cotidiano, de tal manera que un día, cuando faltemos nosotros, recuerden también nuestros buenos ejemplos.

Mientras espero hacerme mayor de manera activa, intentando no pararme, dedicando mi tiempo al cultivo personal y al de los demás, procurando vivir la vida que son dos días, como dice el adagio popular.

sábado, 4 de octubre de 2008

El amor nunca muere, pero solo a veces busca asilo...

* El amor nunca muere *


Se murió el amor y lo están velando
en la sala mortuoria del “desinterés” ...
Está en el pasaje que se llama “olvido”
en la misma vereda que se mudó el “estrés”.
Vinieron sus deudos a despedir sus restos.
El “orgullo”, “amor propio”, “pasión, “dejadez”...
Y en un rincón lloraba “infidelidad” ¡Pobrecita!
Sintiéndose muy triste y culpable a la vez.


No se imaginó nunca que esto sucediera.
Comenzó jugando y se involucró después...
Le gustó lo prohibido sin medir consecuencias.
La pasión fue tan fuerte que acabó con el.
Abriéndose paso entre los asistentes.
“Indiferencia” ¡Presente! Arrastrando sus pies.
Se abrazó a su amado que ya no le oía
¿Por qué? Preguntaba a gritos ¡Esto tenía que suceder!


Se hizo un silencio sepulcral en la sala.
Se arrimó la “ternura” y el “celo” también.
La “rutina” no pudo contener el llanto.
Se sentía muy triste y culpable a la vez.
El amor es sufrido. Misericordioso, benigno…
no conoce la envidia. Menos la “altivez”.
Se da por entero y no pide nada...
Conoce lo derecho, no sabe lo que es revés.


En la tierra los hombres le dieron las espaldas.
El llorarlo ahora es insensatez...
Lo hubiesen cuidado cuando estuvo entre ustedes
Ahora... ¡Ya es tarde! Despídanse de el.
De pronto la sala se llenó de amigos
que al ver al AMOR dormido ¡No lo podían creer!
Porque ni ellos mismos se habían dado cuenta
que sufriera tanto y su fin sea ¡Tan cruel!


Los hombres de negro se acercaron al féretro
y uno a uno quisieron verlo por última vez.
“Orgullo”, “cariño”, “pasión” la “ternura”
“indiferencia” y “olvido” lo besaron en su sien.
Coincidieron todos que en ese momento
entreabrió sus ojos y hasta sonrió también.
En sus trémulas manos tenían vida las rosas
que aún estaban frescas nutriéndose de el .


El amor todo lo soporta todo lo cree, todo lo da.
No conoce al resentimiento, el amor nunca deja de ser.
Pasarán los días, los meses, los años. los otoños, veranos.
Primaveras e inviernos y el amor siempre ha de permanecer.
El AMOR fue engendrado. Como Trinidad Santa.
Y fue puesta como un sello en nuestro corazón.
Le cambiamos el nombre, el significado.
Y el hombre desconoce su origen hasta hoy.


* El amor nunca muere; pero a veces ¡Sólo a veces! Busca asilo en otro corazón* (liby®)


Libia Beatriz Carciofetti // Argentina Derechos reservados Nº 452298
http://www.poemasromancesyamor.com/htmlpages/poetas/libia/libia.htm

jueves, 2 de octubre de 2008

Los otros estudiantes.


Orlando estudió hasta quinto nivel. Sus padres dicen que por el problema de salud del niño no pudo seguir estudiante. Bueno, es la razón de ellos.

Él cuando estuvo en la escuela presentó algunos inconvenientes de salud que fueron diagnosticados como epilepsia. Desde un conocimiento mínimo se sabe que no es contagiosa ni está causada por ninguna enfermedad o retraso mental. Alguna vez debí llevarlo a urgencias del Hospital local. De allí fue remitido a Cúcuta.

Pero lo que entiendo es que una persona con esta afección neurológica puede cumplir con un plan de estudios como cualquier otra persona que esté sana.

Pero Orlando se fue. Con algunos cuadernos a medias y la promesa de seguir leyendo cuentos. Y que de vez en cuando pasaría para compartir sus trabajos.

NO volvió. El entorno familiar y social afectan y terminan determinando comportamientos y actitudes y llevando a asumir decisiones que muchas veces no está cerca a la voluntad de los protagonistas.


Pero Orlando va al pueblo o retorna de él y se acerca para saludar. Una risa grande y generosa lo hace ver como el niño que conocía y que se retiró a mediados del curso quinto. Ha crecido y se dedica a las labores del campo. No hemos vuelto a hablar de cuadernos ni de libros.

En esos encuentros hablamos de la lluvia, del sol, de los cultivos y de que algún día escribirá cuentos. Cuentos sobre la escuela que mira como una postal regalada hace tiempos.

-Bueno, me voy, porque tengo que trabajar. Otro día hablamos, no?

Y mi respuesta es recibir su mano para despedirme e impulsarlo para que este camino de la vida sea más suave y la cuesta que lo lleva su casa blanca sea menos inclemente.

Laguna de El Salado.






















Luego de algunos minutos de espera partimos desde el parquecito de Los Tanques. Debíamos recoger a los dos técnicos de CORPONOR quienes adelantarían la guía.






Los nueve estudiantes de cuarto y quinto, en su mayoría puntuales, llegaron con sus acompañantes, otros prefirieron vivir la aventura sin acompañante familiar.












¡Uy, por fin!. Claro, esta salida la planeamos desde el año anterior, pero por diversos motivos se había aplazado en tres oportunidades.












Ya en carretera cada quien aprovechó para empezar a saborear esta salida. Algunos conversaban de sus temas predilectos, otros, improvisaban juegos de palabras y otros observaban el paisaje.












Por Chitagá pasamos sobre las ocho y cuarto de la mañana y considerando que no había necesidad de detenernos continuamos hacia Presidente.












Desde este corregimiento el bus tomó un carreteable que más parecía un camino de herradura por el que finalmente llegamos a una casa que sirve como punto de recepción de la reserva.












Unos pasos apenas y el fabuloso espectáculo que habíamos esperado durante meses: la laguna de El Salado. Impresionante. El espejo ondulado algo oscuro bajo el cielo gris y en medio de las montañas de figuras extrañas. Una llovizna pertinaz y el frío con olor a frailejón.












Con un técnico de CORPONOR y otro funcionario emprendimos el camino a una segunda laguna que está ubicada sobre la montaña desde donde se descuelgan cuatro cascadas.






Aparentemente un territorio algo poblado de arbustos y no demasiado empinado. Sin embargo, al encontrarnos en medio de ese espacio la realidad fue otra. Enmarañados parajes cuyo piso eran riachuelos y pantanos y una pendiente agreste que desanimaría a los más osados.












A medio camino se unió a nuestra aventura don Marco Díaz y Víctor Suescún. El primer explorador pronto abandonó el empeño y entonces fuimos los tres quienes nos propusimos llegar a la segunda laguna.












La verdad. Difícil y sólo alcanzamos a estar al pie de las cascadas. retornamos con algo de sabor de derrota pero el tiempo apremiaba y el grupo nos esperaba.












Inconvenientes: los suficientes como para darle a nuestra experiencia el tinte absoluto de aventura. entre los cuales registro cuatro varadas del bus HI que nos patrocinó el deseo de hacer un sueño realidad.






Pero todo se puede superar si hay verdadera voluntad y se tiene la fe necesaria para derribar montañas.












A Pamplona retornamos a las seis de la tarde. Cansado, pero felices.

miércoles, 1 de octubre de 2008

La tristeza del pregonero



La tristeza del pregonero.

Panchito era un joven de unos 20 años, con alma de niño.
Pertenecía a una familia de buenas costumbres donde los valores
estaban bien cimentados.
Allí en uno de esos pueblos pintorescos de calles empedradas
y casitas que parecían salidas de un paisaje de Rafael Monasterios vivía él.
Pero había nacido
con una discapacidad mental que lo hacia diferente a los demás muchachos de su pueblo, aunque
apreciado y querido por todos.

Allí estaba en cada una de las actividades propias de las costumbres y tradiciones de los pueblos, ayudando a llevar al santo en la procesión, cargando los atriles para la retreta
y ayudando a todo el que necesitaba de sus servicios, sin pedir nada a cambio y siempre con la alegría reflejada en su rostro.

Pero algo muy especial lo distinguía: era el pregonero del cine del pueblo.
Todas las mañanas a las diez, recorría las tres calles con un cartelón a sus espaldas donde
se anunciaba la película de la noche .
La gente salía a las puertas cuando él con su lenguaje un poco complicado avisaba su presencia y en cada casa se detenía para que los vecinos
se informaran.
Era admirable esa constancia y la alegría con que hacia el recorrido.
Al terminar sabia que tenia garantizada la entrada a la película.

Panchito¡ ...gritaban los niños en la calle y él se detenía a jugar con ellos a las canicas o a elevar un
papagayo.

Pero un día su familia decidió mudarse a la capital y Panchito se llevó con él su maleta de recuerdos, y allí ya no pudo anunciar la película del día, ni ayudar a llevar el santo en la procesión, ni cargar los atriles para la retreta, tampoco jugar a las canicas con los niños ni elevar papagayos, y no podía salir por temor a perderse.

Entonces se encerró a revisar la maleta de recuerdos a llorar y añorar cada cosa que hacia en su pueblo y la tristeza se fue apoderando de él.
Una mañana un diario anunciaba: Ha muerto Panchito.
Así se fue aquel pregonero que se lo llevó la tristeza al cambiar la quietud de su pueblo por el progreso de la capital dejando atrás recuerdos que marcaron su vida.

Nelly Guerrero