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martes, 10 de marzo de 2009

Lo que dice un amigo


"Así fue el día de ayer, amaneció...y miré al cielo,estaba nublado y chispeando, miré la tierra y estaba mojada, miré los árboles y estaban todavía sin las hojas, miré las plantas y les falta el cambio de estación.Lo miré todo, con detenimiento, prestándole la debida atención, pero es lo que hay, justo entramos en marzo y pronto cambiará el aspecto.El cielo estará limpio, la tierra estará dulce, las hojas de los árboles cogerán anchura y de las plantas saldrá un hermoso colorido.todo un mosaico de colores, muy lindo"

De esta forma tan hermosa y real,
me describia el tiempo mi amigo Pedro, y pensè que me servirìa de marco
para recordar dos momentos de nuestra vida,el ayer cuantas veces nublado,
como ese cielo que sirve de techo a dias pintados de tristeza, salpicados de afanes, de sueños que no se realizaron, o tal vez complementado de cosas hermosas, pero que ya estàn fuera de nuestro alcance.

Pero, como mi amigo, lo mirè todo con detenimiento y vì que quedóáatràs...y hoy el cielo está limpio,como para empezar a escribir con hilos de plata nuestro presente que es lo que verdaderamente existe,el dìa de hoy, que si viene cargado de nubarrones ya no tendremos temor porque para eso es lo único que podemos voltear hacia atráz para recordar que
no hay cielo que permanezca nublado,ni noche que no tenga un amanecer.

Y es que si vivimos cada dìa como único, veremos como muy bien lo expresa mi amigo,todo un mosaico de colores,y nos daremos cuenta que todo cambia de aspecto, porque le hemos encontrado sentido a los cambios de estaciòn,al canto de las aves, al murmullo del agua, a la sonrisa de un niño, a la alegria de los jòvenes, al andar pausado de un anciano o lo que dice un amigo...

Nelly Guerrero

lunes, 23 de febrero de 2009

Adios, amigo



La vida es un largo, desnudo caminar, por las frías calles del mundo, frías como las calles de Noviembre, hinchadas de gentes que campan como barcas a la deriva a merced de una corriente de agua que, descontrolada, inventa los azares y los destinos.

Son las calles y sus nudos, sus edificios, sus esquinas, los hervideros donde se hacen los encuentros; sin ellas seríamos seres sin historia, sin cultura, seres sin el hábito del afecto, sin capacidad para crecer espiritualmente. Los encuentros, el llegar como por idea divina al mismo lugar, en la misma porción de tiempo, es el agua que riega las semillas de la amistad, y la hace crecer, hermosa, con el ir dejando los sentimientos, las penas y alegrías, en manos del otro, del encontrado, del amigo.

El triste desmadejar de los hilos de la vida, va dejando desnudas sus miserias, las ausencias, la muerte del encuentro cotidiano llega un día, y asoman a las calles del mundo -caminos compartidos durante años- los cristales afilados de la nostalgia. Entonces parece que uno está solo entre la inmensidad de la gente, parece que el alma se estrecha y, en sus aguas, sus aguas de ánima, se ahoga la esperanza inconsciente de encontrar al amigo que la vida se ha llevado de las calles, el encontrado, el depositario de tus pensamientos, sentimientos y otras informaciones que segregan las entrañas.

Al terminar el día, las hojas secas y anaranjadas de Noviembre van señalando mi paso cansado, y el horizonte anuncia viento para el día siguiente. Mientras camino, oigo las palabras del amigo que se ha ido en este triste Noviembre y alzo mi mano con lágrimas en los ojos, y en voz baja le digo, adiós amigo, en caminos divinos nos encontraremos y seguiremos hablando donde lo dejamos, con tantas cosas por decirnos que la eternidad abarcará, con sus largos brazos de abrigo, nuestras conversaciones, algún día.


PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

sábado, 14 de febrero de 2009

Esperando por ti







Se coloca el sol en la fina línea oeste. Pinta en dorado las paredes de casa con rayos que traspasan las aferradas persianas, dejando ver medio salón entre luz y sombra. El horno alborota los aromas de anis que se evapora, saborizando una tarta que hago para tí. Masa que crece en los límites de un recipiente en forma de rosca. Música de fondo sonando desde el pequeño aparato de discos sobre la barra y parece que la voz de Lluis Llach con su letra catalana entre música de piano, la vuelve pletórica, se motiva para ser el mejor de los postres que quiero regalarte como bienvenida.

Las flores te presienten, pero fueron prudentes cuando les llevé un poco de rocío y han sabido callar su curiosidad para no inquietarme, pues eternas me habrían sido las horas de la mañana a la noche cuando te estoy esperando. Dos alcatraces regalan su encanto y reposan ya en el florero transparente para que notes la claridad del agua nueva que las mantiene vivas hasta que las veas.

Todos han tomado sus puestos. Ansiosos quieren saberse naturales y ocultar la alegría desbordante que nos trae tu regreso. El viento ha prometido despeinar solo un poco tus cabellos y traerte aromas de naranjos del huerto cercano. Nuestro perro balancea su cola y sabrá que has llegado mucho antes que yo. El sillón se ha tornado más mullido y cómodo y las columnas de tus lecturas siguen apiladas entre la mesita y el mando del televisor. "La ladrona de libros " te reserva todavía cien páginas antes de que conozcas su final.

Reconocerás debajo de mi perfume nuevo, esta piel que te ha esperado y lo haría por siempre. También cinco centrimetros más de negro cabello que roza ahora mis hombros y camina hacia la espalda y mis manos impacientes por tatuarse en tus dedos.

Sigue nuestro " amor particular " sonando en la cocina y la rosca de anis está en su punto. Música y aromas, sueños y realidades. Todavía me pregunto si al llegar la noche no inundaré la habitación con mil lágrimas y volveré a sentirme la Penélope de Serrat. Sin embargo te doy voto de confianza y dejo iluminar nuestro espacio con la lámpara que difumina su luz ténue. Luz de certeza.

No podremos mirar desde aquí la ciudad, pero si el cielo que abre el telón, asomando a las estrellas que esta noche veremos acompañados y te llenarás de los detalles que he dispuesto para darte la bienvenida, abrigarte en tu regreso a casa.
Y ahora la inquietud de nuestro perro sabe que estás dando vuelta a la esquina y yo ... ya estoy lista, te estoy esperando.

Tere García Ahued.

miércoles, 11 de febrero de 2009

El amor loco



Al amparo de la madrugada, estrecho las pupilas con que te miro siempre, para caminar los tejados de la ciudad como un gato que recuerda su libertad. La escarcha parece lluvia fina que resbala por el incendio de mi piel enamorada y la luna, clara y desvergonzada, peina su luz con lujuria y batalla.

Desde aquí soy un funambulista que llega hasta ti, siete horas de camino, sin miedo porque los pájaros me prestan sus alas. Desde esta altura imposible, puedo ver el paseo de sangre de los que tiritan y reconocer el discurrir de la mía propia, como culebrinas que quiebran el aire.

Desde aquí, mis ojos alcanzan el final del futuro y puedo desnudar mi hermosa locura a carcajadas luminosas como miradas de estrella. Puedo endulzar con vainilla del alma, tus lágrimas de champán amargo, curar con saliva escogida de entre las tormentas, tus dolores y desasosiegos.

Desde esta altura de ático celeste, mi sangre, mi sudor, los mares que me ocupan, van preparando el camino para que mi amor embarque hasta ti, tu abrazo perfecto, tu lugar de mundos donde desembarcar mi alma demasiada.


PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

miércoles, 28 de enero de 2009

¿Cosas que me gustarían?



¿Cosas que me gustarían? Una pregunta que me hicieron ayer. Me pillaron con ganas de responder. Les dije un montón de cosas, como estas que siguen. Un mundo más solidario, que las guerras no se vieran ni en películas y nos olvidáramos de ellas al estudiar historia porque hace tanto tiempo que ocurrieron que ya se nos olvidó. Un mundo más solidario, donde al pasar por la calle, por las aceras, al menos del sitio donde vivimos, sepamos decir “adiós”, “buenas tardes”, pues igual descubrimos un rostro algo más triste.

Me gustaría saber contar mejor los chistes, y dar una nota de humor a aquello que me rodea, que exista intercambio entre los compañeros y compañeras del trabajo y que no vaya cada uno a a lo suyo. Me gustaría tener tiempo tranquilo para leer libros de literatura y de poesía, aunque tuviera que dedicar menos tiempo a Internet. Gustarme, gustarme, me gustaría hasta ser poeta, escribir poemas, pero ya lo he intentado muchas veces y no me sale.

Me gustaría que mis hijos y mis nietos mañana crecieran en paz, alegría, siendo creativos, teniendo sueños, pudiendo realizarlos…, pero también me gustaría para los hijos de los demás.

Y más y más cosas me gustarían. Seguro que me he dejado atrás las más importantes, como saber vivir cada momento con intensidad, y me he quedado haciendo notar solo lo que causa más sensación y todo el mundo repite. También me gustaría no estar decaído, y cuando los ánimos estén por el piso saber hacerlos subir por la escalera, los míos y los de aquellos que estén a mi lado. Y muchas cosas más, si, también otras más.

lunes, 26 de enero de 2009

Donando tiempo


Recorría un centro comercial y llegó la hora de mi café, cosa que
me avisa con una exactitud mi reloj de costumbres.
Entro a la cafetería y pido un marroncito para luego ir a instalarme
en una de las mesitas, pero hay tal cantidad de gente que todas
están ocupadas. Me dirijo a una donde sobran 2 sillas pero hay una pareja
que aplicándoles la psicología me parecieron buena gente.
Saludo y pido si me permiten sentarme con ellos, como sincronizados y con una amable sonrisa me invitan a sentarme. Es una pareja que, por la pinta, no llegaban a los cincuenta.

Hacia un frío intenso, ella llevaba una bonita bufanda, el una chaqueta de buen corte.
Entablamos inmediatamente una conversación, me contaron que ya están solos,
pues tuvieron un hijo y un trágico accidente lo arrancó de su lado.
Noté en seguida que las lágrimas se asomaron a los ojos de ambos y quise cambiar de conversación para evitarles un mal momento.
Pero fue imposible ya la señora había iniciado el viaje donde su hijo pereció.
El señor agachó la cabeza y colocó su mano en actitud pensativa y la señora seguía su relato, contaba desde el momento que salieron de su casa
a realizar un viaje muy largo hasta el momento que dice se quedaron dormidos porque ya era muy tarde, y se despertaron cuando el carro caía por un barranco, la señora narraba lo terrible del momento y el señor seguía agachado, de pronto ella dijo, allí murió nuestro hijo pues tuvo la mala suerte de golpearse la cabeza contra una roca.

En ese momento ella estaba llorando con gran amargura y a mis ojos también asomaron las lágrimas. Mientras ella hablaba yo pensaba como consolar a esa madre, a quien se le había arrancado un pedazo de su ser, el único que tenia.
Lamento, haber traído ese recuerdo les dije, entonces el señor levantando la cabeza me dijo, al contrario estoy agradecido con Ud que prestó atención a
mi esposa que una y otra vez ha intentado contarlo, tal vez para desahogar un poco esa pena que nos está acabando. En ese momento comprendí que yo también quise cortar esa conversación que me deprimía pero era tanto su afán de narrarla que opté por escucharla.

Después de haber oído aquel padre sentí una gran alegría de haber podido ser receptora para que comunicando sus penas se sintieran mejor.
Ya sin darme cuenta habían pasado las horas, intercambiamos direcciones y les hice la promesa de visitarlos.
De regreso a casa pensé en lo importante de escuchar, que supone callarse y donar tiempo. Es utilizar los oídos y el corazón para poder comprender como en este caso el sufrimiento de los demás. Pienso que muchas veces la razón por la que no escuchamos es que sentimos temor de ser influidos por los demás. Pero si comprendemos que los demás tienen razón logramos escuchar con mayor atención. Cuando los escuché les di una oportunidad de acercarse y desahogar sus penas, gané unos amigos y sentí la alegría de ser útil escuchando a los demás y comprendí que no había perdido mi tiempo.
Nelly Guerrero

martes, 20 de enero de 2009

Pies de estrella



SUS PIES FRÍOS.-

Para templar sus pies fríos, todas las noches dejo mi aliento al abrigo de una hoguera escondida en la paz de la madrugada; allí desnudo el humo escarchado de mi respiración y espero a que tenga el calor justo para rescatar del crudo invierno, la piel fría de sus pies, los pies de mi amor. Después abro mi pecho y dispongo mis manos para buscar el alma, que siempre hallo en el mismo sitio; cuando la encuentro como un viento caliente que remueve aguas hirviendo, las guardo allí durante un tiempo que no se define, que no conozco. Mas tarde, lleno un vaso de mi saliva, mezclada con los recuerdos de nuestras noches juntos, y con ello amaso un bálsamo azul del color de las luciérnagas en agosto.

Al fin voy hacia ella. Sus pies tiemblan como cada día de cada invierno. Desnudo sus pies, abrigados con la lana dulce de unos calcetines rosa y los acaricio con el calor de mis manos calientes, manos de alma con las que sostengo la planta de sus pies, mientras froto el arco que sube de sus dedos hasta el tobillo. Después exhalo mi aliento de madrugada desde sus rodillas hasta la cumbre de sus uñas rojas y froto mis manos con el ungüento arcilloso de nuestros recuerdos, entre los huecos de sus dedos y las dunas de sus tobillos. Más tarde, los pies de mi estrella dejarán de estar fríos como la nieve.

PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

viernes, 26 de diciembre de 2008

Galas de Navidad



Algunos ya se conocían de varios años. Otros de un año para otro. Vivían en una casa oscura, sin luces, donde antaño vivieron un par de botas. Allí no tenían calendarios ni relojes, y el tiempo pasaba sin huella, invisible, inasequible a la impaciencia. En aquélla casa a veces hacía frío, otras calor y nunca llovía ni salía el sol ni nacía la luna, sólo se sentía el clima de la conversación. Unos hablaban con otros, las otras con las unas, las unas con los otros y, así, surgieron amores para siempre y odios para nunca.

Aquél lugar era tierra de bolas doradas y platas de bola, guirnaldas dulces y saladas, muñecos de nieve, san nicolases de chocolate, figuras de escayola, estrellas nevadas, ángeles blanquiazules, campanas de belén y otras galas y garambainas .

Todo estaba quieto. Pero pronto se inquietó y todos empezaron a mezclarse. Algunos se vieron las caras por primera vez. El techó se movió y una luz que se filtraba por una ventana empañada de frío, les cegó a todos por un instante.

Un tacto extraño, pero caliente y feliz, unas manos de un ser viviente más grande que ellos, mucho más grande, los colgaba en un árbol verde y acogedor, recién limpio de polvo. Y después de un tiempo, todos volvieron a ver mundo, un mundo donde la gente comía mucha carne y pescado, mucho dulce y mucho salado.

Ellos veían oscuridad casi todo el tiempo, menos en esas fechas, en que todo era luz y todos los seres vivientes parecían haber sido felices siempre.

PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS.-

martes, 23 de diciembre de 2008

Fiesta, mesa, compartir



Cuando hablamos de fiestas siempre nos estamos acordando de que hay que preparar la mesa. Decir fiestas es hablar de mesa, y de alguna manera de compartir comida con todos los cercanos y con los que lleguen. Es algo que se da en todas las fiestas tanto seculares como religiosas. Pensemos en la Navidad, nos juntamos en torno a una mesa. Pensemos en tantas fiestas populares donde no faltan las comidas del pueblo, la gran paella o el gran asadero, a donde nos acercamos los vecinos, los que nos visitan, los de una edad y otra, los que hemos nacido aquí y los que han nacido en otros lugares. Fiesta, mesa, compartir en situación de igualdad suelen ser sinónimos. También en una fiesta religiosa, en un acto de culto o en cualquier celebración de cualquier confesión religiosa. Vivamos, pues, las fiestas que se avecinan con ánimo de sentarnos a la mesa con toda la humanidad y que esta fiesta dure por cada día del año que se avecina.

martes, 16 de diciembre de 2008

Haciendo juntos el portal de Belén


Tomemos como marco un portal donde tu y yo coloquemos una estrella, ovejitas y pastores,
bambalinas y guirnaldas,
muèrdago, flor de pascua, rusco que huelen a navidad.
Al fondo dos esposos que con humildad esperan a su hijo, a su lado una mula y un buey y un coro que entone villancicos cuyas voces suben al cielo
en señal de paz y alegría, y ¡cómo no¡, un ángel que sostiene el:"Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra
a los hombres de buena voluntad".

Con ese marco, va mi saludo de Navidad a quienes me acompañan en este blog, expresión de nuestro sentir.
A los lectores que con sus comentarios nos motivan a seguir escribiendo, y que son la razón y ser de este compartir de opiniones,
a los que no comentan sino leen,
ellos también motivan nuestros sentimientos.

A todos, mis deseos porque la Navidad sea un verdadero compartir,
una época de amor, de paz, de sueños hermosos y de recordar el verdadero motivo que ha inspirado la celebración de esta fecha.
Que el amor reine en todos nuestros corazones.
Un abrazo de navidad

Nelly Guerrero

viernes, 12 de diciembre de 2008

La Memoria eterna



Todas las noches guardo tus manos en el hueco de las mías y siento como acarician, trémulas, las líneas de mi porvenir. Todas las noches, para despedirme de la conciencia, rezo para que estés bien y te cuide Dios como yo te cuido en lo más hondo de mi alma.

Ajeno a nuestra vida juntos, el mundo y sus circunstancias siguen iguales, aunque yo no sienta lo mismo mientras la tierra rota y se traslada de la misma forma que antes.

Ahora los inviernos empiezan antes y el viento silba tras mi ventana con la música amarga y avilionada del otoño que antaño me liberaba de la luz encandilante del verano.

Ahora el vidrio de mis ojos está agrietado por la temprana escarcha de Noviembre, pero mis recuerdos no necesitan de los ojos vivaces de antes, para verte junto a mí como un océano de amor que me bañaba en sus aguas.

Mientras tanto, la lluvia homenajea eternamente los surcos de mi viejo tejado, la lluvia como saliva de virgen transparente que antes mirábamos juntos tras la ventana de nuestra casa.


PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

jueves, 11 de diciembre de 2008

Palabras invisibles



Bajo mi mano quieta que sostiene la pluma, tengo una hoja blanca que por minutos no recibía letras. Es como si el torrente de pensamientos que fluían ligeros cuando estaba conmigo, hoy se secaron en la más triste de las despedidas.

Con cada amanecer, me fuerzo a reinventarme. Ni siquiera él sabe el vacío que ha dejado en mí. Intento ocupar y rellenar los espacios que sus palabras, miradas y besos hoy ausentes, me mantenían en constante viaje a las estrellas.

¿ Quién puede poner una mano en la cintura y con la derecha dar pase o decir adios?. Hay suficientes obstáculos que estorban en el camino recto que nos conducía a la felicidad y yo me niego a que estos nos hayan vencido. Aquí todavía están al rojo vivo los leños que aparentan ya no hay más fuego, pero que dentro de sí mismos conservan la chispa cálida que puede reavivar cualquier llama.

Sin embargo estoy dejando atrás la sobrevivencia, el aire a medias, las lágrimas de cada tarde cayendo sobre hojas para escribirle cartas. Toda la tristeza que se apoderó de mí, me obligaba a rechazar los estímulos sensoriales con que él se hacía presente en los instantes de mi vida.

Ya no están los motivos que influían en mi alegría, pero si es necesario me pondré un traje de explorador que me lleve a cualquier punto en la tierra. De norte a sur, del pico de la montaña al fondo del mar; de oriente a occidente, en algún lugar debo encontrar la paz interior que hoy me falta.

Llorar por un amor que todavía podría ser duele más que hacerlo por uno que ha muerto. Es no poder cerrar heridas ni círculos que te dejen partir a mejor puerto. Es la piedra en el zapato que no te permite caminar con ligereza, ¿ Y quién puede renunciar a la gloria cuando se ha coincidido con su alma gemela ?.

No resulta sencillo reconstruirse la vida cuando se ha tenido todo lo más grande y bello en el corazón, la mirada y los pensamientos. Es complicado entender que las palabras se deban empotrar en las paredes de la alcoba, que se vuelvan blancas, invisibles y tomen sabor a cal.

Tere García Ahued.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El sol sale para todos





El sol sale para todos.


Cuando se dice que el sol sale para todos no cabe duda
que nos encontramos frente a la más pura de las verdades.
Sale para el hombre que labra la tierra luchando contra las inclemencias
del tiempo, pero que ve luego el resultado de sus afanes.
Para la madre que trabaja desde antes de salir el sol hasta que
oscurece, desempeñando al mismo tiempo mil oficios.
Para el padre que consciente de su responsabilidad lucha para hacer milagros con
su escaso salario.
Para el hombre de negocios que quiere aumentar su fortuna.
Para el que marca un horario en su oficina y espera ansioso el 15 y último.
Para el niño que despierta ajeno a los problemas de cada día.
Para el joven que estudia y sueña con un hermoso mañana.
Para la joven que sentada en su balcón espera la llegada de su príncipe azul.
Para el anciano que pierde su mirada en el Horizonte, recordando tiempos idos
y viviendo con valentía el presente.
Para el poeta que hilvana recuerdos y borda historias con hilos dorados.
Pero también sale para el mendigo que duerme en un rincón de una calle y tiene
por cama un cartón y por cobija el cielo algunas veces estrellado y otros pintado de nubarrones y que ya no tiene sueños porque se los han robado, pero al amanecer su cuerpo se calienta con los primeros rayos,
y esto le da fuerza para tender de nuevo su mano.
Para el enfermo que se desvela porque el dolor no lo deja conciliar el sueño, pero en la mañana, al abrir la ventana
siente que el sol le trae un aliento de vida y eleva una plegaria llena de fé y de confianza.
Sale para el que encerrado paga su condena, y sus días se hacen largos y sus noches eternas,
pero se despierta en la mañana, cuando por las rejas se asoman sus primeros rayos, trayendo una esperanza.
No hay duda, el sol sale para todos como señal de vida, como antorcha que ilumina nuestros
pasos, como portador de fe, como símbolo de unión entre los hombres, porque no hay ninguna razón para no recibir su luz y su calor, al fín todos tenemos el mismo derecho.

Nelly Guerrero

domingo, 23 de noviembre de 2008

El otoño en bicicleta




Es travieso el clima en otoño. Enfría mi rostro desnudo y confiado, y guarda calor para mis interiores en desasosiego.

El paisaje cruje bajo las ruedas de mi bicicleta. El tiempo choca en mis ropas como jirones de pelo salvaje que intento quitarme con la mano diestra. Llevo a Noviembre en el manillar, al lado de los timbres, en una bolsa blanca de camiseta.

Los pensamientos son vagabundos que piden limosna en mi cabeza y se llevan mi atención para comprarse un cartón de vino. El cielo está enojado, y la gente que pasa bajo su piel ni lo mira ni consuela; son solitarios los cielos del otoño.

Mientras pedaleo voy recordando cosas de ayer y posibles cosas de mañana, tan desconocidas como el destino. Las ruedas dan vueltas como el mundo, dan vueltas con mi esfuerzo, tal vez sea importante mi presencia en esta tierra.

Vuelvo a casa mientras voy enrollando las calles, plegando las fachadas de los edificios, cerrando hasta la mañana siguiente las ventanas de los ojos que siempre me siguen, sin apartar la mirada, cuando voy en bicicleta.


PEDRO PABLO DIAZ ESPADAS

miércoles, 19 de noviembre de 2008

La batalla interior



Creo que me estoy convirtiendo en un hombre gris, pero aún estoy rodeado de motivos pop, almíbar de los sesenta, hippies, estampados azules, remendados de payaso, retinas irisadas de amor, almas de tejido femenino… ventanas para ser feliz de cualquier modo.

Cuando el nublado de marzo mayea en los cielos que me limitan, un río vertical de bálsamos grises pretende incorporarse al misterioso tráfico que circula por mi organismo. La ilusión que brota sobre mi ánimo como brotan los segundos en un reloj, el tesoro de mi voluntad, mis ganas de vivir, todo se está impregnando, ajeno a mí, de los cirros y cúmulos del desaliento. Pero aún conservo los paragrises que he ido almacenando en la longitud de la vida, los impermeables para la tristeza –intristeables se llaman-, que descansan en los armarios de mi alma.

Me niego a ser un hombre gris. Prefiero ser la púrpura sombra de una mujer embarazada bajo un árbol pleno de cerezas. La oscuridad esperanzadora de un túnel uterino.

Sé lo que voy a hacer: voy a disparar con la mirada y el grito, los soles y la clorofila verde que me dieron en el amor, para ahuyentar la podredumbre de los nubarrones que quieren envolverme con el empuje de un viento fatal.


PEDRO PABLO DÍAZ ESPADAS

martes, 18 de noviembre de 2008

Amigo, ¿estás ahí?



No es necesario que respondas,
porque ya mi corazón me respondió,
el ya te conoce y sabe de tu presencia, de tu pensamiento
y de tu sentir.
Mírame con los ojos del alma que son los que conocen la bondad
y el amor...en ellos no hay engaño solo hay serenidad confianza, fe y paz.
Vuela como las gaviotas que serenas cruzan el espacio
... y acércate a mi.
Si estás triste te daré mi mano para que juntos caminemos
buscando la alegría y cuando la encontremos danzaremos felices...
Le diremos al tiempo que detenga su vuelo para hablar de mil cosas...
caminaremos juntos sin prisas, enfocando siempre la misma dirección.
Me verás a tu lado.
Si tropiezas allí estoy, te apoyarás en mí y verás
que muy pronto te podrás levantar.
Amigo yo sé que estas ahí , no es necesario que hables, también en tu silencio
te puedo comprender...yo escucho tus palabras que ya de tanto escucharlas
se han quedado en mi.
Los amigos son parte y pedazos de vida
que en un momento dado logramos encontrar;
¿dónde? no lo sabemos, ¿cuándo? es difícil pensar.
De pronto están ahí y parece que siempre los hemos conocido,
y se instalan serenos en nuestro corazón y caminan tan cerca
y aunque vivan muy lejos no hay distancia ni olvido
porque así es la amistad, cuidadosa y paciente, sincera
comprensiva, bondadosa y profunda.
¡Amigo! yo sé que estás ahí.

Nelly Guerrero

viernes, 14 de noviembre de 2008

Ella era ella



Un torrente de ideas brincoteaba en su mente cuando una como de rayo le hizo darse cuenta que ella era ella.
Como si no se conociese, comenzó a observar toda aquella nueva y flamante presencia.
Posaba su vista en sus manos que con delicados movimientos le hacían conciente el hecho de saberse renaciendo.
Movía los tobillos en círculos y fue que un escalofrío le hizo suspirar inhalando hasta dejar plenos los pulmones, levantando los brazos y encarando las manos al cielo.

¿ De qué estaba hecha su piel cuando un arrebato de entusiasmo se dejaba notar en ella ?. ¿ Dónde podría ocultar el amor que aún conserva cuando el de él se ha esfumado ?.
Entonces se balancea en aquel columpio de apenas un trozo de madera. Empuja con sus piernas y se le alborota el cabello en rebeldía. Es que no solo su mundo interior protesta. El sol, la luna, el viento y la tierra le acompañan cuando se desgarra por los recuerdos que han perdido el último aliento de esperanza.

Pero se detiene el el breve instante cuando comprende el valor del tiempo y se aferra, se da cuenta que solo tiene un " ahora ".
Se abraza a sí misma para afirmarse en una cosa: se tiene a sí misma y es más fuerte de lo que pensaba.
Siente de nuevo el aire en sus manos aconchadas y abre los dedos dejando filtrar el atardecer que le traerá un mejor mañana.

Tere García Ahued.

martes, 11 de noviembre de 2008

¿Hablamos de tí?



No, no voy a hablar de ti personalmente. Necesitaría un balcón amplio con buenas vistas al mar. Como no lo tengo, intento ordenar las fichas del dominó, para que ninguna se quede fuera de la caja, de manera que cuando juegue con mi nieto no falte alguna. De todas maneras da igual como las ordene. Cuando juego con él, siempre me gana. La derrota por mi parte está garantizada. Mi victoria es verlo saltando de alegría, gritando “campeón, campeón”.

¿Para qué, pues, hablar de ti? Mejor hablemos de los dolores no del parto sino del paro. Cada vez más son este país, no, más bien en este mundo. Hace estar a muchos en vigilia. Es la realidad de cada día. Para hablar de ti necesitaría versos que no sé componer. Mejor hablar de sueños militares, de aquellos que van a otras tierras dicen que en misión humanitaria, y vuelven dormidos para siempre a sus casas. Mejor hablar de Bush, que se metió en Afganistán y en Irak, y llevamos años, y llevamos muertos, y llevamos descalabros y no ha solucionado nada. Mejor hablar de Obama que lo tiene difícil para comenzar a hacer algún que otro milagro. Siempre, sin darnos cuenta, terminamos haciendo referencia al Tío Sam, a quien deseo se libre de gorilas esperpénticos que enseñando sus fauces no le han dado buenos consejos.

No, no quiero hablar de ti, porque no soy poeta. Y así, quejándome de ello, he hablado de otras cosas que no son poemas, o sí. Son el poema de cada día.

martes, 4 de noviembre de 2008

La mudanza del corazón



Cambiar de residencia trae consigo un fuerte trajín.
Seleccionar lo que podemos llevar, lo que debemos dejar, lo que se adapta al nuevo lugar, lo que hay que reparar, en fin son tantas y tantas cosas… Y uno encuentra lo que hace tiempo se había perdido, y mira con deseos de llevarse lo que le trae algún recuerdo, piensa en todo lo que pasó y la madeja de recuerdos que quedan y no sabe que sensación extraña siente. De un lado dejar todo lo que significó tanto y por tanto tiempo y de otra la idea no precisa de ese lugar a donde llegaremos, desconocido, sin amigos con sus calles diferentes, la gente que te mira como extraño y hasta parece que el cielo que cubre tu cabeza tiene otro azul, y a las flores se le han desteñido sus colores...pero comprendemos que son inevitables los cambios y que no es otra cosa sino el temor a lo desconocido.

Pero hay otra mudanza y es la del corazón, quizá la más importante. Allí hay tantas habitaciones que se han ido ocupando:...la de los hermosos recuerdos, del amor, de las ilusiones, de la esperanza, de la superación, de la amistad, de la ternura, de la fe, también la de los recuerdos no gratos y una que no quisiéramos abrir que es la del miedo, pero esta habitación hay que abrirla y sacar ese huésped para dar entrada a otro que es la valentía. Por eso hemos de revisar lo que debemos dejar, para no cargar con pesados equipajes.

Desecharemos así lo que pese para nosotros, lo que nos cause daño.
Cerraremos un ciclo y llevaremos liviano nuestro corazón para llenarlo de nuevo. Dejaremos el miedo para reemplazarlo por el valor.

¿Qué nos llevaremos? Lo que se incrustó en nuestro corazón y de lo que no podemos separarnos porque forma parte de nuestra vida misma, el amor, las ilusiones, las esperanzas, los deseos de superación, los amigos, la ternura, la fe y, sobre todo, la confianza para afrontar los nuevos retos que la vida nos presenta.

Para adaptarnos tendremos que mirar todo con ojos de optimismo y sacar de la paleta los mejores colores para pintar ese nuevo paisaje que nos regala la vida.

Quizá después de un tiempo sentiremos que mereció la pena el cambio y ya las calles no serán diferentes, ni la gente te mirará como extraño. Nos daremos cuenta que estábamos equivocados, porque el cielo tiene el mismo azul y las flores tienen los mismos hermosos colores.

Nelly Guerrero

lunes, 20 de octubre de 2008

Observando la vida



Una curiosidad para reflexionar

Hoy tuve el tiempo suficiente para satisfacer una curiosidad, y no
es que me guste entrar en la vida de mis vecinos; jamás lo haría si no es para tenderles la mano, para estar allí en los momentos que me necesitan, ellos saben de mi gran estima y consideración.

Pero les hablaba de una curiosidad que luego les servirá y nos servirá para reflexionar…

Muy tempranito me ubiqué en mi balcón con el pretexto de regar las macetas, y lo hacía solo porque esos momentos quería ver como era la salida de mis vecinos más cercanos.

Salió el primero, casi que terminándose de vestir, abrochando su camisa, arreglando su correa y un poco más adelante amarrando sus zapatos. Sus niños le gritaban despidiéndose y él con su afán no los oía, pienso que hoy su despertador no cumplió su cometido o tal vez le colocó la mano para callarlo en su afán de dormir un poco más. A mi vecino le falta planificar el tiempo para lograr la puntualidad, que es un valor que se construye con el esfuerzo.

El otro vecino cuando fue a prender su carro, este no funcionó y frente a sus niños a quienes debía llevar al colegio antes de su trabajo, vociferó la colección más grande de palabras que en mi vida había oído, luego dijo:¡que vida la que tengo!, sin pensar que tiene la vida que quiere pues de nosotros depende como la queremos llevar, quizá no se ha detenido a oír su voz interior porque allí dentro de nosotros mismos está la verdadera vida. Es posible que a mi vecino le falte Serenidad, para conservar la calma cuando tenemos que enfrentar los pequeños obstáculos que se nos presentan cada día.

Luego sale mi vecina de punta en blanco, con su cartera y su estuche de maquillaje en la mano, da un portazo con la rapidez del rayo, y se sienta frente al volante a maquillarse durante un tiempo largo, y yo me pregunto, ¿no seria mejor que lo hiciese en su cuarto, cómodamente sentada frente a la peinadora para que los trazos salgan perfectos y los colores armoniosamente repartidos, y no esté expuesta a la curiosidad de los que pasan a su lado?,pero a ella le falta prudencia que es la que nos enseña a conservar la compostura.

Ahora viene mi último vecino, se despide de su esposa desde el carro diciéndole, hasta la noche, sabes que me voy a buscar la vida . Y me pregunto ¿y a este se le había perdido la vida? pensé...que fuerte ¿verdad?. No podía buscarla porque la vida está allí, en su respirar, en el latir del corazón, en sus deseos, es ese don, ese regalo, el regalo más importante y más hermoso, con el que nos despertamos cada mañana sin acordarnos muchas veces de agradecer. Con cuanta razón Khalil Gibrán nos dice 'El hombre lucha por encontrar vida fuera de él, sin darse cuenta de que la vida que busca está en su interior'. A mi último vecino le faltaba pienso yo que objetividad para ver la vida como es, para conocerse.

Quizá a mi me falta también prudencia, pero pienso que de esta observación nos puede quedar algo: la vida es una sola... entonces si nos organizamos, planificamos el tiempo para tener puntualidad, tenemos serenidad, somos prudentes en nuestra forma de actuar y somos objetivos, podemos lograr una vida plena de satisfacciones, sin tantos afanes que nos hacen dejar de lado las cosas importantes de la vida.

Nelly Guerrero